Cada vez que alguien piensa en Internet como en un medio de comunicación, se muere un marinero (¿o era un gatito?). En 1995, cuando los eBays, Amazons y Yahoo!s del mundo empezaron a rodar, los medios de comunicación tradicionales -cucos ellos- decidieron aprovechar el nuevo invento y se pusieron a poner esquejes en la web, creando así los MTTI (
medios tradicionales transplantados a Internet). Un banner aquí, unos titulares allí, columnas, secciones y clasificados; tampoco era para tanto. Y los anunciantes, sumisos ellos, compraron banners, como antes compraban faldones y anuncios por palabras, como antes compraban ... anuncios por palabras.
Pero algunos publicistas más avispados, se dieron cuenta de que podían ir más allá y usar el correo electrónico, que iba ganando popularidad, y nació el spam. Y luego descubrieron los foros y los llenaron de banners y de spam.
Pero luego, qué cansado, vieron que florecían los directorios, y se dieron de alta como pudieron. Y después descubrieron el chat, y los anunciantes no sabían que hacer con él. Y el P2P (ojito, piratas). Y llegó el messenger (¿banners?). Y skype (ojipláticos). Y iTunes. Y los blogs, ojito no te acerques que ahí te crucifican. Y Google, que premiaba los blogs, donde te clavaban. Y YouTube (¿cómorrrr?). Y Twitter. Mejor no sigamos, en beneficio del pobre anunciante.
Y todavía hay gente que sigue pensando en Internet como en un medio (único), cuando de lo que hablamos es de
la mayor plataforma tecnológica de creación de medios que haya visto la humanidad. Y cada medio es un mundo, como un mundo es la radio, la televisión o la prensa, que hay que conocer, practicar y amar. Sólo que a una velocidad de vértigo.
A veces me dan lástima los anunciantes. Cuánta cosa y qué poca paciencia tienen sus jefes.
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