Si tuviera yo algo que criticar de la prensa española sería la baja calidad de sus contenidos. Perdón, corrijo:
la ínfima calidad de sus contenidos. ¿He dicho ínfima? Quería decir
viagra, no vayan a tacharme de
spammer.
No leo con asiduidad -y menos con fruición- ningún medio impreso con ñ. Sigo en la distancia algunas columnas de opinión en diarios nacionales (primeramente opinión política), o mejor aún, tribunas abiertas de firmas generalmente alejadas de los medios que son invitadas a aportar maestría y especialización, materia escasa por lo general en el ámbito periodístico hispano. Y sin embargo, soy mas o menos fiel a varias publicaciones en inglés, alguna en francés y lo que me deja mi alemán de un par de publicaciones en ese idioma.
Como precisamente la calidad de los contenidos (no la falta de voluntad de los periodistas, no la calidad del papel, ni de las fotos, ni de la publicidad, ni de su distribución) es lo que huele mal en la prensa española, y -ahora ya sí, metiendo el dedo en el ojo- especialmente en la prensa tecnológica -¿ah, pero existe eso en España?-, precisamente por eso no deja de hacerme gracia, que la editorialidad española con tribuna y púlpito,
arremeta contra la blogosfera (imagino que hablan de la española, porque la inglesa le da más de una sopa con onda a esas notas de prensa camufladas de remilgos tecnológicos) acusándola de
spam intelectualoide y denunciando su falta de calidad, que haberla hayla, dicen, pero poniendo mucho empeño en la travesía.
¿Spam? Spam son sus notas de prensa aderezadas, sus análisis de contraportada, su consistente falta de visión, su ausencia de plumas con nombre y opinión propios, su garrafal ignorancia de unos temas (especialmente los tecnológicos) que no tienen más remedio que transmitir en remoto. Spam son sus portadas insufribles, sus insípidos reportajes traídos por los pelos, sus artículos monocordes, su falta absoluta de crítica.
Yo mismo admito que no hay muchos blogs en español que merezcan la pena ser leídos, analizando la cosa desde un punto de vista editorial. Pero es que
un blog no tiene por qué buscar mi aprobación. Primer y garrafal error del editorial de la discordia. Un blog (en general) no compite con un medio de comunicación (en general). Aunque algunos sí lo hagan, no se pueden aunar notas discordantes bajo un paraguas que no existe. Y si por blogosfera (eso que no existe) se refieren al conjunto de blogs que sí quiere competir con los medios, al menos deberían tener la decencia de admitir que muchos de los contenidos (incluso en español), escritos por el mero placer de ser escritos en un blog, son bastante mejores que la bazofia que nos sirven empaquetada por una serie de euros, y aderezada con publicidad, a más a más.
No os perdáis la réplica de Manuel, a través de la cual (no podía ser de otra forma), he llegado a semejante fraude "editorial".
Me alegra que me hayan sacado los bemoles,
como en su día hizo la Rigalt. Mi mejor yo, es mi yo encolerizado, sin duda.
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