Hace 6 años, en junio de 2003, tuve la oportunidad de presentar nuestra startup (
DiceLaRed) en Nestlé. Al arrancar la reunión, a bocajarro, les dije (por favor, imaginen pose Cluetrain): "Vuestros clientes están hablando de vuestros productos en Internet, y ¡no les estáis haciendo ni caso!" Me miraron escépticos, y me respondieron que no era cierto. Que ellos supervisaban constantemente Google, y que no encontraban prácticamente contenidos generados por el usuario (no usaron estas palabras, claro, habría sonado anacrónico). Triunfal, me puse a los mandos de la máquina, y les fui llevando uno a uno, por diferentes foros y comunidades online donde efectivamente, la gente hablaba de sus productos. No mucho, teniendo en cuenta el año que corría y que se trataba de productos lácteos. Pero lo suficiente para dejarles un poco trastornados. Continué el repaso por el cuadro de mandos de nuestro software, y literalmente "fliparon".
Una parte clave de lo que hoy denominamos web 2.0, la conversación, es bastante anterior a lo que por omisión entenderíamos por web 1.0. El correo electrónico y la
USENET, datan de casi dos décadas antes de la popularización de la World Wide Web. El chat y los foros de opinión son más antiguos que el mear.
Lo que ocurría es que se trataba de conversaciones privadas o limitadas a un círculo reducido de participantes. Aquello no era público, y las marcas se pasaban el cluetrain y las conversaciones por salva sea la parte.
Cuando se habla de la web 2.0, se suele nombrar a quien acuñó el término, Tim O'Reilly, pero no al principal impulsor de la misma, que no es otro que Google. Pero no el Google que compró
blogger o writely, sino el buscador. Del 2001 al 2003, se produjo una conjuración masónica entre el buscador, que premiaba enlaces y usabilidad (html y css), y los creadores de software de
blogging, que fueron cumpliendo escrupulosamente (es un decir) los mandatos de usabilidad del consorcio W3C y los usuarios del mismo, que se pusieron a enlazar como posesos.
Y la magia se produjo. Las conversaciones afloraron.Y en el top ten de Google, comenzaron a hacer acto de presencia cómodas o incómodas opiniones de personas (no de periodistas) que no podían ser manipuladas con artimañas tradicionales de RRPP. Y poco después, Google comenzó también a indexar los foros, que hasta entonces se habían resistido a sus arañas.
El resto de la historia la conocemos todos. Ahora las marcas saltan y bailan, al viento social que parece soplar (¿moda o necesidad?). Pero no siempre fue así, la web 2.0 estaba enterrada, y fue Google quien la vino a rescatar.
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