Mi mujer y yo hemos decidido esta tarde que la realidad ya no compensa.
Por eso nos hemos puesto una coca-cola, unas gafas de sol, nos hemos imaginado agarrados a unos remos táctiles, y hemos remontado
el Árrago desde el
embalse de Borbollón hasta
Descargamaría.
Y sin salir de casa. Una experiencia recomendable, de verdad. Hace un par de fin de semanas, decidimos remontar a pie un par de kilómetros del río, aprovechando el escueto cauce que la sequía le ha regalado, y salimos llenos de magulladuras y arañazos. Nada, nada. La realidad está de capa caída.
Aunque tengo que reconocer que hemos terminado un poco cansados, porque después de la experiencia fluvial, hemos saltado el charco para ver la Zona Cero y de ahí hemos pasado a explorar las excelencias de
Hiddensee, la perla del Ostsee.
Odio esa terrible sensación de "el futuro era ayer". Creo que vamos a tener que desengancharnos. La
droga mata.
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