La publicidad nos consigue nuevos clientes. El servicio que le proporcionamos al cliente hace que estos se queden. La publicidad parece ir de creatividad explosiva. Es arte y emoción. La atención al cliente va de procesos, organización, sistemas. De motivación de los equipos. Es ciencia y emoción.
Recuerdo que un gran publicista comentaba sobre Amena (pongan aquí música de Nino Bravo y gente de verde bailando): "Es como un gran tubo, la agencia les llena la tubería con los anuncios, y ellos dejan escaparse a los clientes por el otro lado".
Maniqueo debate en tiempos de recesión económica: ¿enfocados en captar nuevos clientes o en trabajar con los clientes existentes? ¿Publicidad o relación con el cliente?
¿Y si después de esta crisis, resulta que las cosas ya no volvieran a ser como antes? ¿Y si una conjura estelar estuviera alineando los astros para hacer que este debate no vuelva nunca a poder plantearse en los mismos términos?
El poder de las recomendaciones de compra, el coñazo y las interrupciones de la publicidad tradicional, Internet como herramienta de búsqueda de información, la fragmentación de los medios; la crisis de los medios. El viento sopla a favor del enfoque en las relaciones con el cliente y en contra del spot televisivo.
El enfoque "call-center aburrido vs. spot molón" es erróneo. El servicio al cilente puede ser un emocionante proceso de transformación empresarial. Puede convertirse en nuestro ADN, en nuestro factor diferencial. Y parece ser el caballo ganador. Un buen momento para volver a ponerlo por delante, en los presupuestos del 2010.
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