Según se forma una tendencia, asistimos a una suave transición de los discursos errantes y los signos reconocibles pero aún dispersos a los términos consolidados y los lugares comunes acuñados generalmente por líderes de opinión reconocidos en un sector o industria.
Cuando comienza a tomar cuerpo la ola, los madrugadores e inquietos "early adopters" han tomado posiciones. Tenemos la capacidad de decidir si subir a la cresta y aprovechar la fuerza motriz o dejarla pasar buscando la siguiente.
En ese momento, nos jugamos nuestra marca. Cuando casi nadie presta atención todavía y es fácil convertirse en nodo principal de un discurso sutil. Los que inevitablemente llegarán, se encontrarán con los que se incorporaron apenas unas semanas antes, y ya se han ganado una atención selecta.
Como personas o pequeñas empresas, nos posicionamos y movemos rápidamente. En las empresas medianas y grandes, se forman grupúsculos movidos por líderes naturales que obtienen el beneplácito de invertir y arriesgar, aunando a su alrededor almas y mentes.
Es evidente que el momento de adoptar un discurso o una tendencia es en sus inicios:
ni antes ni después. No tan pronto como para querer crearla de la nada (y quedarnos compuestos y sin ola) ni tan pasada, como para luchar por sacar la cabeza, y terminar irremediablemente dando vueltas por el fondo arenoso.
Y una vez arriba, sentir el momento en que la ola comienza a perder fuerza, para encargar el último tramo a otros, y tener así tiempo de otear el horizonte en busca del próximo tren.
Foto: Clark Little.
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