Y por alguna razón lo hizo. Cada vez que lanzamos un nuevo producto o servicio, tenemos la ocasión de bautizarlos. Pero muchas veces, la búsqueda del nombre se toma a la ligera o se atasca. O la política de "
branding" de la empresa nos obliga a ser planos: <nombre de la empresa> <descripción del servicio>
Lo cierto es que bautizar servicios, productos o empresas es normal y corriente, y algunos lo hacen bien ... y otros hacen bien otras cosas. Pero lo que no es tan evidente, es bautizar entidades, proyectos, iniciativas, ... cosas.
¿El nuevo proyecto para cambiar el sistema de reporte de gastos de la empresa no merece un nombre? Al darle nombre, le dotamos de entidad, y nos es más fácil comunicar y gestionar el cambio dentro de la empresa.
¿Una nueva metodología en nuestro call center, un nuevo nivel de servicio? Si somos capaces de llamarlo por su nombre, les damos consistencia, les dotamos de existencia y avanzamos un paso hacia el éxito de la iniciativa.
Acostumbrémonos a bautizar nuestros hitos como bautizamos nuestras mascotas. Ellos también lo harían.
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Un nombre que hizo historia
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