Es tan tarde, tan sábado.
Estoy medio ebrio de soledad.
¡Tiempo muerto!
¡Tiempo para un poema, coño!,
que las abladías últimamente
están serias y muy aburridas.
Sin magia sin melodía,
quisieron ser diario y quedaron
postsabridas.
¡Un poema, coño! Pero uno fácil,
para no perjudicar al modesto.
De Benedetti, que es como el Sting de la poesía,
que a todo el mundo gusta y encandila.
¡Y famosa, eh!
No vaya a ser
que no lo reconozca
ni la abuela que lo parió.
NO TE SALVESNo te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.
Mario Benedetti
Poemas de otros.
1974.
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