Alemania es un país consumista y socialista -no necesariamente "de izquierdas"-. La democracia cristiana (CDU/CSU) que representa a la derecha alemana también es socialista. Alemania es un país todavía marcado por el estigma del nazismo, con un nivel de cultura (si eso significara algo) bastante elevado, y un sentimiento de "solidaridad" apreciable. El Estado debe proteger al ciudadano, que junto con el resto de ciudadanos busca el bien común a través del Estado. Quizá por esto, junto con Suecia y algún otro país escandinavo (y también Francia) sea uno de los estados "del bienestar" de referencia. Sin exagerar, aquí se puede vivir sin trabajar (conozco algún caso de refilón) durante años.
La crisis económica que empezó en el 2000 afectó duramente a Alemania, pues su economía está fuertemente basada en el sector tecnológico. Todas las manos, no solo las liberales, se alzaron contra un excesivo gasto estatal en un entorno económico que no podía suministrar ingresos a las arcas gubernamentales como amteriormente. Así que las ostentosas políticas sociales se situaron en el punto de mira de todos los críticos económicos. Pero Schröder no se atrevió a meter mano a los beneficios sociales ni a la rigidez de los contratos laborales, cuando la impopularidad de tales medidas ponían en peligro su reelección en 2002. Providencialmente, el SPD (partido socialista) se salvó de la derrota electoral, gracias a la excelente gestión de la catástrofe de las inundaciones que tuvieron lugar durante el verano previo a la cita electoral (mientras el sur de Alemania se ahogaba, yo me bañaba plácidamente bajo el sol del Báltico).
El parón económico se juntaba con la asunción de una deuda histórica: la reunificación alemana. En el año 90, la ex-RFA, que lideró el proceso de la reunificación, llegó a comprar marcos de la ex-RDA a la par (1 marco democrático, 1 marco federal), lo cual significó pagar un precio hasta diez veces superior a lo que la lógica de "mercado" dictaba. Esta ineficiente compra supondría en realidad el establecimiento de un trasvase de fondos de la Alemania del Oeste a la del Este, que aún se mantiene a día de hoy (unos 100$ billones anuales a través de un impuesto de solidaridad que asciende al 5.5% del salario bruto del alemán de a pie). Con eso y con todo, la ex-RDA no parece despertar. El paro es muy superior a las regiones federales y la economía se encuentra estancada a pesar de las generosas ayudas a las compañías que deciden instalarse en los territorios del este. Se asume ya (no por parte del Gobierno, claro está) que quizá no se pueda levantar la economía de esta zona, y que los ratios económicos y la densidad de población en el este se mantendrá muy por debajo de la media del resto del país. Quizá el caso más dramático sea el de Berlín, una ciudad que ha recibido ingentes cantidades de dinero, que es a día de hoy una magnífica urbe, arquitectónica y vitalmente hablando, y que aun así se encuentra al borde de la bancarrota. La Europa de las dos velocidades, dentro de una sola economía, la más importante de Europa y la quinta del mundo, detrás de USA, China, Japón e India. Su PIB alcanza los 2.271 trillones de dólares (casi tres veces el PIB español). El Estado gestiona el 51% de este PIB (en España, el estado gestiona el 37%, en Francia, el 57%).
A pesar de todo, este terrorífico panorama económico alemán nos parecería un mar de abundancia según los cánones económicos de España, donde apenas alcanzamos el 80% de la renta per cápita alemana. Y así, cuando se habla del alto paro alemán, se suele olvidar que en España se mantienen tasas ligeramente superiores. Y que Alemania es, por ejemplo, el segundo exportador mundial, principalmente de coches, máquinaria, y tecnología en general. Quizá influya también su privilegiada situación centro europea, centro-europea que le proporciona fronteras con nueve países.
Consumo, consumir, consumidorAl pasear por sus ciudades o entrar en las viviendas, no se puede reprimir una sensación de abundancia material: cosas, pertenencias, cacharros, artefactos. Aún partiendo de que todo Occidente huele a consumo, este perfume se acentúa en Alemania (algo similar he sentido en Estados Unidos).
Que Internet tiene una penetración enorme en Alemania es cosa sabida. Cuarenta millones de personas (el 50% de la población) son usuarios de la red. España cuenta con aproximadamente 10 millones (depende bruscamente de los criterios usados para definir qué es un internauta), lo cual supone aproximadamente el 25% de la población.
Hará aproximadamente medio año, busqué bicicletas para niños en eBay: ebay.es me devolvío el alentador resultado de 0 items; ebay.de me devolvió 109 subastas. Mi hermano compra y vende sus cámaras y equipo fotográfico en ebay.de. Mi prima política compra todos sus muebles en ebay.de. En nuestras últimas vacaciones familiares en la nieve, mi prima y su novio se conectaron varias veces desde un Internet café, para vigilar sus subastas. Media Europa usa ebay.de por su poder agregador. Creo además que se cuentan 6 millones de registros .de.
¿Motivos del éxito de la red? Supongo que una mejor educación tecnológica, el frío, y una costumbre previa de compras a distancia. Mi suegra compra a través de catálogos de venta desde hace años. Debe recibir unos diez o quince catálogos diferentes al mes. Aquí radica el exito del comercio electrónico en Alemania, bastante por encima del resto de países europeos (aunque sin llegar a los niveles americanos).
Aunque los exiguos horarios comerciales sugieren que la batalla la ha ganado el pequeño comercio y el trabajador, frente al consumidor (al contrario que en España), lo cierto es que estas escasas ventanas temporales no parecen influir en el consumo. Para hacerse una idea, un sábado, el comercio tradicional cerrará a las 12.00 del mediodía. Un domingo las calles sufren la escasez de bares y de establecimientos abiertos incluso festivos (desde el Vips hasta el chino de la esquina). Aquí se encuentran ya algunas de las diferencias fundamentales entre el carácter español y el alemán, que apuntaba en mi anterior post. El alemán es metódico y acepta unas reglas de juego, casi sin protestar. Se planifica y compra cuando le dicen que tiene que comprar. El español no se resigna tan fácilmente. El alemán busca el recoveco. El español busca el roce.
Stiftung WarentestPero igual que el consumidor parece haber perdido la batalla de los horarios comerciales (si alguna vez existió dicha batalla), también la ha ganado frente a las marcas y sus estrategias de marketing. Una especie de OCU pero en bueno, el
Stiftung Warentest, ha conseguido hacer de sus comparaciones y tests independientes de calidad de producto, un estándar en el mercado, haciendo comulgar a las marcas con ruedas de molino. En todo producto que lo merece aparece ineludiblemente el reconocible sello "Gut" (bueno) o "Sehr Gut" (muy bueno). Este sello es a veces visible en aquellos productos de venta en España cuyo envase es común con Alemania (especialmente en supermercados alemanes, tipo Lidl o Aldi). La marca de calidad ha empujado también a los grandes a incluir el sello, incluso en los anuncios televisivos, como en el caso de Procter & Gamble u otras conocidas marcas. A su vez, marcas desconocidas o marcas blancas de supermercados aprovechan el marchamo para competir con marcas renombradas. Además del sello en el envase del producto, también se pueden comprar a precio asequible informes y comparativas de producto a través de la web. Solo cabe esperar que esta iniciativa llegue un día a España. ¿En qué estará pensando la OCU?
Seguir leyendo otros capítulos de la serie:
Alemania. Distorsiones de un eterno retorno.
I. Tan cerca, tan lejos
II. Matices, diferencias y cabras
III. Socialismo, economía y consumo
IV. Historias del Este
V. El 2004, Internet y la tecnología
VI. Apuntes del natural
VII. Un poco de kultur
VIII.Linkografía
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