Siempre he creído que la lotería es dañina para la salud y perjudicial para la felicidad. Aparte de proporcionar millonarias aportaciones al Estado, sin que le duela al contribuyente, sirve para poco más. Y si la lotería nos tocara a todos, la inflación nos volvería otra vez pobres. Así que debería estar perseguida como el fumar puede matar, o la homosexualidad en la Iglesia católica.
La lotería es aún peor que las viviendas de protección oficial. Cuarenta mil peticiones, y solo quinientas viviendas a repartir.
Lo único que me gusta de la lotería es el tradicional cuento de la lechera, que todos escriben cuando compran décimo: "si me tocara me compraba una casa". A mí si me tocara la lotería, aparte de un infarto, pues rara vez tengo décimo, lo primero que haría sería vender la casa, en caso de que la tuviera.
Si me tocara la lotería, dejaría su persecución a otro indigente. Pero las probabilidades juegan a mi favor, así que publico este post.
Siempre que se acercan las navidades, recuerdo la propuesta número 6 de Gustavo Bueno para el nuevo milenio:
Diez propuestas para el próximo Milenio / 1995
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