En las dos últimas semanas, la
blogosfera anglosajona, esto es, los blogs que cuentan, los que tienen muchas visitas, los de los tíos influyentes (o más leídos, según quien lo mire), es decir, ni una milésima parte de todos los blogs escritos en inglés, se ha visto convulsionada por un caso de "
mobbing" virtual. Kathy Sierra, una blogger conocida en su ámbito, se vio acosada por comentarios en su propio blog y posts en otros blogs, con insultos y hasta montajes fotográficos de índole sexual. Algo no muy agradable, que sacó a Kathy de sus casillas, y la llevó a
atacar directamente a
Chris Locke (co-autor de El Cluetrain manifiesto), como co-autor de uno de los blogs en el que aparecían las imágenes en cuestión.
A partir de ese momento, la cosa saltó a la CNN y a portadas de periódicos online (igualito que aquí, vamos), y una miríada de buenos samaritanos, empezaron a defender a Kathy subiendo la presión contra los niños malos de Internet. A propósito del tema, Tim O'Reilly se ha descolgado (
no es el primero, ni será el
último)
con un código ético que parece debiéramos firmar todos los mortales con blog (o sin). Enrique Dans
lo apoya sin ambages (
de Ugarte también). Yo lo detesto sin ambages
una vez más (y de esto hace ya un par de años).
Detesto cualquier código ético venido de moralistas sin alzacuellos porque:
- La ética es los suficientemente compleja como para ser resumida en un bonito listado de puntos bien escritos o mejor intencionados.
- No permitir comentarios anónimos en un blog no se alinearía con alguno de los más insignes principios democráticos, donde sin ir más lejos, el voto es anónimo. La falta de anonimato, se acerca más a las prácticas de los estados intervencionistas (aproximándose a totalitarios), que a una privacidad bien entendida. Anónimos sí, gracias. Y que tiemblen los poderes establecidos.
- Me cuesta hacerme responsable de mis palabras, como para hacerme responsable de los comentarios de mis lectores. Eso, y colgarme el cartel de censor, sería todo uno. Si un lector hace un comentario que me ataca (a mí, o a un amigo) recurriendo al insulto o la mentira, lo borro sin dilación. Me da igual, es mi casa y en mi casa mando yo. Pero interpretar o juzgar la "moralidad o ética" de un comentario que roza o no, la ilegalidad... Siento no haber estudiado para juez.
- Si fuera tan sencillo etiquetar a un lector de "troll" estaríamos hablando de infantilismo virtual. Las etiquetas, para las aplicaciones web 2.0. La gente viene a discutir, charlar, conversar, a veces con ganas de fastidiar, otras veces de buenas maneras. Hasta un troll beligerante puede tener derecho a réplica en un momento dado.
- Por supuesto que digo cosas online que no diría cara a cara. También hablo por teléfono de forma diferente a como hablo en público, y en privado, con mi mujer. El medio moldea el mensaje. Ineludiblemente. Pensar que no debemos decir online, cosas que no diríamos cara a cara, es una majadería, porque todo el mundo lo hace, y lo hacía antes de que Internet existiera. O es que nadie habla sobre otra persona de forma diferente con un grupo de gente, que estando él presente.
- Siempre me han fastidiado los moralistas, no puedo evitarlo.
Imagino que disculparéis pues, que con el río así de revuelto, yo no me acerque a firmar ningún manifiesto blog, ¿no? Lo que no quita para que no respete a quien lo haga, o que apoye en manera alguna a los descerebrados que se dedican a insultar, vejar o despotricar online (u offline).
Actualización 13.27hLa
conversación en la blogosfera hispana.
Ilustres en contra:
Ilustres a favor:
Actualización 11 abrilMe gusta especialmente esta frase de
Mike Arrington: "... whenever someone, no matter how much I respect them, tries to tell me what I can and cannot do by defining “civility” around their own ideals, I tense up. It feels like a big angry mob is arming itself to the teeth and looking for targets, and I need to choose whether I’m with them or against them."
A la que llegué vía
Tecnorantes.
Por cierto,
O'Reilly sigue, erre que erre.
Enrique también
ha puntualizado sobre el uso de la fea palabra "censura". Y le he dado la razón sobre el maniqueísmo de contraponer código ético con censura. Eso no quita para que el término código ético también sea inapropiado, pues no puede haber un código único, y cada cual responderá a su propia ética. Y si yo no me acojo a un código, no dejaré de comportarme éticamente por ello.
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