Aunque
hará algún año dije que no volvería a intentarlo, hoy, con la condena pudiendo considerarse cumplida, vuelvo a darle un link a Pérez-Reverte, Arturo, que se lo merece. En particular,
éste link.
Narra en su columna dominical de ayer, una escena cercana a las costas de Cerdeña, que transcurre el 21 de octubre de 1634. Me ha dejado sonriente y estremecido, como debe dejar toda buena columna que se precie (o cariacontecido si son de las serias, que me gustan menos, porque pa' serio yo, y pa' chulo mi padre). Y de aquí mis ganas de compartirla con ustedes.
Ahora, háganme el favor y consideren despacio la escena, que tiene su puntito. Imaginen ese bergantín corsario de doce bancos que se acerca por barlovento. Imaginen a esos feroces turcos, o berberiscos, o lo que fueran –veintisiete, según detalla la relación–, amontonados en la proa y en la regala, blandiendo alfanjes y relamiéndose con la perspectiva, en plan tripulación del capitán Garfio. Imaginen la sonora rechifla del personal cuando se percata de que en la cubierta de la presa no hay más que tres frailes arrodillados y dándose golpes de pecho.
Link:
Frailes de armas tomar, por Arturo Pérez-Reverte.
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