Hará un año por estas fechas, al salir de casa mis hijas y yo, camino del cole, nos dimos cuenta de que la Plaza de la Marina Española (la del Senado) tenía un ajetreo inusitado. Nosotros, que siempre tuvimos a los senadores por personajes de ficción, nos vimos traídos y llevados por la policía y otro sinfín de profesionales de los que pueden explicar claramente a sus hijos lo que hacen para ganarse el pan que cada día comen.
Y ayer amaneció de nuevo así la Marina Española, con alfombra roja, con banderines y estandartes, con fantoches y radiovigías, con un montón de gente pululando y probando, probando. Cuando volví por la noche, doble fila de coches oscuros y blindados de esos que siempre podremos pagar a nuestros políticos pero nunca a nosotros mismos, y que inundaban todas las aceras y prohibidos aparcar de la zona.
Hace un año, esta congregación de presidentes regionales, comunales o locales -que no sé bien el epíteto que utilizar para tanto presidente de su terruño- le inspiró a mi hija mayor un cuento con el que todavía hoy nos reímos. Así que ahí les los pdfs.
Sarao en el Senao, por Elsa Polo (idea e ilustración) y Fernando Polo (adaptación):
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