Hace un año:
Egos de Polo.
Hay una fiesta en mi interior, y yo me he quedado fuera. Es por la mañana. Escucho dentro una kermesse de voces agitadas y atrevidos cuchicheos y cánticos y risotadas. Mi ego no se rinde pero mi ego ya no existe. Ficción que yace ahora ridiculizada ante lo real de mis otros yoes. Los reales. Los que quedaron arrumbados al final de los curricula vitae. Forjados en la edad de la inocencia y olvidados cuando la virginidad se rompía bajo el pan nuestro de cada día, sudado a golpe de rutina...
Un año después predomina el ego profesional. No puede ser de otra manera. Pero estoy seguro que mis egos perdidos, ahora un poco adormilados, volverán a surgir, renovados. Hasta entonces habré perdido lectores que quizá no comprendan el abladías de ahora. Sólo sé que no puedo serlo todo. Gracias a los que seguís ahí. ¿Quién me lo iba a decir a mí?
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