Silencio las campanas

Víctimas indignadas con campanas.
Y las víctimas de las campanadas lo mesmo.
Silenciemos los campanarios,
repiques gratuitos no queremos.
Hoy, un día cualquiera, siete en punto,
el dongdong atruena los aposentos
-sin tregua en Navidad,
sin tregua en Año Nuevo-,
sin poder nada en contra decimos
adiós, queridos minutos últimos de sueño.
Dong dong dang, no hay descanso.
Sólo nueve monjas ya en el convento
lindante con nuestra humilde morada.
Mil vecinos soliviantados por el estruendo.
Sábados y domingos con más ganas;
fiestas de guardar, aún con más denuedo.
Silencio las campanas,
por un Madrid en paz,
once emes u once eses,
o anónimos días igual.

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2 Comentarios:
Y ya que estamos, tampoco a la ¡contaminación luminosa!
Yo vivo en Bilbao en un piso de estudiantes justo en frente de una iglesia y se de lo que hablas. Estamos convencidos de que el monaguillo que tira de la cuerda de la campana hace pesas y se come esteroides a puñados, si no no tiene explicación como puede estar una campana sonando 10 minutos seguidos.
La situación se vuelve especialmente dramática los domingos (el sagrado dia del señor). La campana se ensaña con nuestros pobres cerebros ya suficientemente dañados por los excesos de la noche anterior.
Mi idea es la siguiente: Dado el poco aforo que perciben las parroquias ultimamente, no sería muy caro que entre los vecinos se comprasen unos utilísimos buscas a repartir entre el rebaño.
Por un mundo mejor
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