Cuaderno Amarillo es un diario personal. Una seleccion de apuntes publicables que Salvador Pániker escribió en su diario durante los años 1993 y 1994. Sus apuntes íntimos, sus propuestas orientalistas, sus trastornos psicosomáticos y los problemas con su sistema neurovegetativo, la familia y los recuerdos, sus perfiles de conocidos famosos o no, sus programas de televisión,
su modelo retroprogresivo, sus fiestas de la más repipi burguesía catalana, y otro sinfín de anécdotas de la rica vida de un rico profesor de filosofía (filósofo él mismo, aunque esta denominación suscite siempre controversia). Este libro lleva conmigo desde septiembre del año pasado y con él arranqué yo también de manera más o menos estable mi propio diario personal (apenas escarceo antes de esa fecha).
Varias veces me he preguntado por qué leo a Pániker. Es pedante, pijo y a tramos, infumable. Creo que lo hago por envidia. Ingeniero industrial, como yo, fue emprendedor a los treinta y se enriqueció con su propio negocio (siempre con la red tendida que le ofrecía su origen familiar). Una vez resuelta la intendencia de su vida, se dedicó a aquello que le apasionaba: la filosofía. Fue profesor de Metafísica y Filosofía en la Universidad de Barcelona y comenzó a publicar regularmente. Incluso montó su propia editorial,
Kairós.
Yo he llegado tarde a él, y además soy un absoluto desconocedor de su -ingente-
obra (dejando aparte
Cuaderno amarillo, he hojeado
Segunda memoria). En la década de los noventa tuvo mucha repercusión mediática, como activista en defensa de la eutanasia y presidente de la asociación DMD (Derecho a morir dignamente). Hoy en día, no lo veo en ninguna parte. Debe rondar los setenta y siete años. Me pregunto si su vida sexual sigue tan sana como hace diez años.
Lo que es cierto es que este libro (que leo en pequeñas degustaciones diarias) es un buen resumen de sus posturas filosóficas (como él mismo dice, su
paideia), y un entretenido diario personal, culto, rico y variado.
Para recordar:
¿De qué manera puede uno contribuir a mejorar la condición del prójimo? [...] Lo mejor que uno puede hacer es dar testimonio de la verdad propia, de los forcejeos y contradicciones de la verdad propia, sin mesianismos de ninguna índole. Tener la voluntad de hacer el bien es sumamente pernicioso. El bien sólo se propaga espontáneamente. En chino: tzu-jan.
Para olvidar:
La idea de una economía exclusivamente regulada por el mercado, al margen de todo control político-social, es obviamente absurda [...] ahora bien, si algún remedio hay que poner ha de ser dentro del marco nuevo e imparable de la globalización. No se puede volver hacia formas caducas de economía dirigida ni hacia Estados proteccionistas. Habrá que configurar nuevos medios de control social en permanente ósmosis con la aceleración tecnológica y dentro del paradigma ecológico de un desarrollo sostenible. [la cursiva es mía]
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