Recuerdo que mi ex-novia comenzó a recortarme sus artículos allá por el año 93. Los arrancaba muy cuidadosamente, y los metía en un sobre, junto con los de Javier Marías, para después echarlos cariñosamente (quería yo creer) en el buzón. Si el fin de semana tocaba vernos, me traía los que tuviera por ahí atrasados, y yo los disfrutaba en ratos de siesta (suya) e insomnio (mío). Se publicaban cada domingo en El Semanal, que acompañaba a varios periódicos de provincias (entre otros El comercio, de Gijón, desde donde me llegaban las cartas dominicales). Aún los encontraría, si me pusiera a rebuscar o si eso tuviera algún sentido ya.
Los artículos de Arturo Pérez-Reverte me han acompañado desde entonces, con más o menos constancia, altibajos, desencantos y reenganches. A ratos los leo, a ratos los olvido. Ahora que acompañan al Abc en Madrid y que se publican en
El Semanal online, está más fácil.
Un ángel de la guarda me regaló hace dos semanas dos volúmenes de recopilaciones de sus artículos:
Patente de Corso (1993-1998) y
Con ánimo de ofender (1998-2001, de esta serie casi no he leído nada). Hojeando el primero me ha parecido revivir la juventud (12 años, me separan de aquel entonces). Estoy contento de tener la hemeroteca subjetiva de Pérez-Reverte en casa. Un magnífico regalo, ya que al contrario que con su tantos años compañero de columna, Javier Marías, sus artículos me permiten pasar olímpicamente de sus novelas.
Actualización 17.30hMi mujer ha leído el post, y me ha pedido que aclare que era mi ex-novia, la que me recortaba los artículos de A. Pérez-Reverte cariñosamente desde Gijón. Pues nada, aclarado.
Tuitéalo |
Menéalo |
Del.icio.us |
Facebook |
Suscríbete RSS