Una larga y tediosa jornada de traunseúnte y caminata, paseo y ebullición deja tras de sí un Madrid doblado y frío, a la luz lunar de los focos repletos de mucha imagen y mucha Navidad por llegar. Sincronía.
Un Palacio Real ahíto de visita, cruje bajo el peso de los días que atraen a su alféizar las manadas quejumbrosas de búsqueda y regalo y ocio cansino. Ahora, toda plebe ausente en el vacío helado del invierno en ciernes, queda la majestuosa mole iluminada para nadie... Verdad sea dicha, para las hojas caídas de un otoño
accablé.
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