Me recorro a pie, bajo una nieve abundante y seca que no deja de caer,
Greifswald, ciudad germana de unos 60.000 habitantes a orillas del Báltico y a un paso de Polonia. Busco wifi, huelo wifi, cual sabueso entrenado en el olor del zorro. Pero no, no hay wifis, ni wlans, ni fons, ni routers abiertos, ni nada que se le parezca. En un Internet café me dicen que ni se me ocurra sacar mi ordenador (tengo que usar los suyos). En casa de mis suegros, no puedo conectar el mac a una tarjeta RDSI (¿quién discutía por aquí hace poco lo de las incompatibilidades Mac y Pc?). Así que al final decido usar el roaming de UMTS, a unos
5 euros por mega transferido (¿han leído ustedes bien, cinco euros el mega?). Total, que como me decía alguien por correo ayer, mucho wifi, mucho acceso universal, mucha mierda, y las telcos al final se llevan el gato al agua.
Pues eso: low blogging,
no pictures (¡con la cantidad de nieve que hay!), uso el correo limitando el tamaño de descarga desde el servidor, no navego ni contesto a los comentarios por ahora. Etcétera.
Hemos estado con las niñas tirando de trineo. Aquí las navidades son como de Calvin & Hobbes. En eso sí que le estoy agradecido a esta tierra. Lo de poner el moltoprén o algodón en el Tannenbaum (no digamos ya en el belén) no tiene punto de comparación. Eso sí, tras media hora quitando nieve delante de casa, uno tiene los riñones con mono de verano (como el anís El Mono).
Mandar un paquete urgente de aquí a Madrid, lleva dos días (si lo paran en la aduana -¿qué aduana?-, no llegará hasta el lunes). Magnífico, el mundo no es un pañuelo y el wifi es una ilusión de unos pocos "desconectados" de la realidad.
Finalmente descubrí un
hotspot de Deutsche Telecom en un café cercano, pero con la que está cayendo, creo que me quedo por ahora en casa calentito, mandando escasos kas de acá para allá (en la síntesis está la sabiduría).
El año pasado comencé por estas fechas y desde estas tierras una serie de artículos sobre Alemania de la que estoy especialmente satisfecho. Sumérjanse sin reparos, no les cobraré nada.
En abladías:
Alemania. Distorsiones de un eterno retorno.
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