Mis padres siempre me contaron que a la recién estrenada edad de 3 años, una repentina crisis me llevó a implorar gritando que me dejaran ir al colegio; sólo para descubrir a las pocas semanas cuán equivocado estaba. Así que a tan tierna edad, pisé mi primera aula, para no abandonarlas ya hasta la fecha.
En estos treinta y pico años dentro de esas jaulas del conocimiento, me ha quedado claro que para hacer el indio, mejor las películas de vaqueros. La gente puede ser impermeable al conocimiento si decide ponerse la coraza del tedio y el desdén. Vamos, que si no hay interés ... Y no, lo siento, despertar las ganas no está sólo en el tejado del educador. De hecho, mi tesis es que está más bien en el otro tejado.
Tengo la satisfacción de enfrentarme estos días a un reto magnífico, el de supervisar un programa de formación ambicioso para un departamento que ha crecido mucho durante el último año, en cantidad y calidad humana. He pensado y pensado al respecto (vamos, todo lo que doy de sí, que tampoco es tanto) y he tardado un año en abordar este programa de forma seria y comprometida. Y estas divagaciones se deben principalmente a que
soy muy, muy escéptico con la formación reglada.
Dejando aparte la educación oficial escolar y universitario, creo que la formación "profesional" es tarea principalmente de uno mismo. Existen innumerables recursos a disposición de casi todos. La auto-formación es más fácil hoy que hace diez años. Y este debe ser el punto de partida. Creer que la formación nos debe venir organizada, arreglada, planchadita y lista para consumir es un grave error.
Resumiendo, no vayas a pedir un curso de XYZ, si no se te ha visto
jamás leyendo un libro de XYZ. La formación "presencial" debe ser un intercambio de ideas, un "encender, y no un rellenar" (he creído leerle en algún lado a
José de la Peña). La formación presencial debe ser un intercambio de preguntas y respuestas que vienen formulándose tiempo ha. Un estadio intermedio entre lo que arrancó en uno, y lo que indefectiblemente terminará en uno. Una posada en el camino que sólo yo puedo decidir emprender.
Creo que el equipo que hoy coordino ha mostrado un serio compromiso personal con el aprendizaje, y es por eso que ha llegado el momento de abordar conjuntamente un programa educativo para crecer, una posada para seguir progresando.
Por último,
la formación organizada por la empresa tiene dos impactos beneficiosos en el trabajador: por un lado, el trabajador adquiere capacidades (
soft y
hard) necesarias para el desempeño de sus responsabilidades; y por otro, siente una deuda moral para con la empresa, que paga en forma de motivación y desempeño. ¿Qué más se puede pedir? A formar.
Technorati Tags: formación, profesional
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