Me he sorprendido a mí mismo, preguntando estas últimas semanas a posibles candidatos a un puesto de trabajo, cómo encargarían una tarea a un compañero de trabajo. Ahora que me veo coordinando un equipo de trabajo numeroso (para mis estándares), y que quiero intentar que ese equipo sea de verdad un equipo, valoro especialmente la capacidad de comunicar tareas, trabajos, proyectos, expectativas, etc. Es de las habilidades más necesarias y de las más escasas al mismo tiempo, por lo acostumbrados que estamos a creer que la gente vive en nuestra onda, que se amuebla la cabeza con gusto similar al nuestro, y que tiene los mismos datos de partida que nosotros, esto último especialmente difícil en las empresas, por la complejidad de las mismas, las carencias en comunicación interna, o la hetereogeneidad de los equipos.
El caso es que a la hora de compartir proyectos, asignar tareas o pasar marrones, intentamos quitarnos de encima en dos patadas incluso
la tarea de comunicar la tarea. Y lo damos por zanjado esbozando un par de instrucciones, un par de fechas límite y un si te he visto, termínalo como puedas y no me des mucho la lata, que para eso ya me encargaría yo mismo del tema.
Así que les preguntaba a los candidatos, pero ninguno me esbozaba una "
metodología del pasar marrón" que me satisfaciera lo suficiente. Yo me imaginaba algo como esto:
1) Dibujar el contexto.
2) Explicar el objetivo del trabajo / tarea a realizar.
3) Explicar con palabras propias, a qué se parece cómo haríamos nosotros la cosa.
4) Dejar más o menos claras las expectativas, o a qué se parece el resultado que esperamos.
5) Fijar las métricas (a poder ser LA métrica) por las cuales sabremos si se ha realizado bien o mejor el cometido.
Sólo un par de personas se aproximó a una pequeña serie de puntos, pero sobre todo me dejaba pensativo el hecho de que nadie hiciera hincapié en los aspectos 4 y 5 que he imaginado arriba.
Por eso hoy me ha llamado la atención caer sobre un pasaje en el archiconocido libro de
Stephen R. Covey "Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva" alrededor del tema de la delegación de tareas. Covey lo bautiza como "
Stewardship delegation", que tiene que ver con una forma de delegar basada en resultados, y no en métodos (recordemos que este libro es de 1989, y por aquel entonces, esto debía sonar más innovador de lo que pueda parecer hoy). La resume en 5 áreas:
- Resultados esperados. Creando una comprensión clara y mutua de lo que se tiene que hacer, enfocándose en el qué, y no en el cómo. Resultados, no métodos. Es necesario gastar tiempo y ser paciente.
- Guías de trabajo. Identificando los parámetros bajo los cuales debe operar el individuo. Pocas, para evitar la delegación del "método". Pero al mismo tiempo, hay que dejarle claro a la persona que no se puede conseguir el resultado a cualquier precio, y hay normas que deben respetarse.
- Recursos. Identificar los recursos humanos, financieros, técnicos u organizativos de los que puede disponer una persona para realizar el trabajo.
- Medidas de éxito. Fijar los estándares bajo los cuales serán medidos los resultados, y cuándo será realizada la medición del éxito o fracaso.
- Consecuencias. Especificar lo que ocurrira (bueno o malo) como resultado de la evaluación.
Covey ilustra estos puntos, con una "anécdota" familiar sobre cómo hizo responsable a su hijo de cuidar el césped de la casa, y en primera instancia fracasó. Es un libro muy recomendable, para casi todas las personas. No se trata sólo de un libro de "
management", sino de "autoayuda en general" (con todo lo mal que suene esa categoría de libros). Y sobre todo, es un libro especialmente recomendable para los lectores que puedan denominarse habituales de este blog, o los puntuales que lleguen a este artículo por arte de Google o similar.
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