BioCultura tiene dejes de feria, exposición, evento, sitio, rastro, exhibición, jornadas, mercadillo, centro comercial, simposio, seminario, marché aux puces, lugar de encuentro, recinto multicultural, acto, conferencia, y otro sinfín de cosas, y sin embargo llamar a BioCultura de cualquiera de estas formas, sería faltar a la verdad. BioCultura es una cosa. Y esa cosa es diferente a otras cosas. No cabe en ninguna clasificación genérica existente. De hecho BioCultura inaugura un género particular; quizá, quién sabe, género este de componente único. BioCultura es un auto de fe de células antisistema que se agarran como pueden a un cuerpo que les es hostil pero necesario para seguir respirando. Un submundo progre y marginal, vestido de sinsentido y aspaviento. Un follón místico en toda regla, un tremendo desaguisado buscando sitio donde no caer muerto. Un guirigay minoritario que juega como puede según las reglas de la mayoría. Un choque de culturas racionales e irracionales. Es oriente contra occidente, y occidente contra sí mismo. Un acto de contrición mal llevado. Es un delirio importado de otro mundo que es imposible. Es el clamor de unos pensadores únicos en su especie. La lucha por la diversidad desencontrada y yuxtapuesta. Es olor a marihuana y tetas al aire. Un vive la vida sin ataduras. Un, un, … lo cierto es que no sabría decir qué es BioCultura. Probablemente, la única definición acertada fuera “la feria con más niños educados en la tolerancia por metro cuadrado”. Pero no creo que esa definición sirva a mi propósito, a saber, dejar aquí plasmada mi percepción de la cosa.
Hace un año
en Perplejismos.
Technorati Tags: biocultura
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