Creo que es la primera vez que uso abladías como sudadera. Aunque antes ya he tenido tentaciones, hoy -ahora mismo- me enfrento a una delicada tarea, y creo que reflexionar aquí, públicamente, me ayudará. Así que
voilà una razón más para mantener un blog.
Mi empresa pasa por un punto de inflexión. Hay nuevo producto, nueva tecnología, nuevos clientes, y lo más complicado, tenemos caras nuevas. Nuevos empleados que acaban de incorporarse completamente ajenos a nuestra tecnología, a nuestra cultura, y lo que es más complejo, ajenos a nosotros, a las personas que llevamos aquí más tiempo, y que vamos haciendo que esto tire para adelante. O sea, que no nos conocemos. Somos extraños los unos para los otros, no sabemos cómo respiramos, cómo trabajamos. Y lo que es más difícil, necesitamos que las personas que acaban de entrar, rindan desde ya mismo, pues se trata por así decirlo de una inversión con un ROI buscado a muy corto plazo.
Así que mañana tenemos una reunión de equipo, y en un momento dado tengo que lanzar un "
speech" motivacional (palabreja asquerosa y manida que significa que se pongan a currar como locos, pero no por miedo a mi látigo, sino azuzados por el suyo propio). En pocas palabras, que se pongan las pilas, que echen el doble de esfuerzo para poder empezar a andar ya, sin más demora. Que se esfuercen en el aprendizaje, que se esfuercen en las ventas, en las comunicaciones con el banco, o en la producción cara al cliente.
Motivar es una de esas arduas tareas, en una empresa o fuera de ella. Es una de esas labores que no tiene que ver con uno mismo (lo que más amamos en el planeta), sino con la otra persona. Como ese típico eslógan de venta que dice: "no es cómo se vende, si no por qué se compra" (cierto, por otra parte). Motivar a los recién entrados no pasa por decirles lo mucho que significaría para mí que se pongan las pilas. Tiene que ver con ayudarles a encontrar las razones para que ellos mismos se pongan SUS pilas. Podría decirles, por ejemplo, que si la empresa va bien (tarea de todos), ellos tienen la oportunidad de crecer con ella. Pero, ¿y si lo de crecer profesionalmente les importa un bledo?
Es difícil dar ánimos a alguien a quien no todavía no se conoce, y que aún no confía en ti. No me gusta dar consejos, y menos a gente que no tengo muy cercana. Sin embargo, la motivación parece basarse en un consejo tras otro: "deberías trabajar a tope, para llegar a ser rico", "deberías empollar mucho, para llegar a ser alguien en la vida".
Y lo que es peor. Si las personas que tengo enfrente son inteligentes (y quiero creer que lo son, más me vale), desconfiarán de cualquier arenga empalagosamente corporativa. Yo lo haría. Mido -no puedo evitarlo- la inteligencia de un profesional (cuando la profesión no es arte o vocación), por lo mucho o poco que es capaz de reírse de toda la parafernalia corporativa. Estamos aquí por dinero, cierta ambición de poder (algunos), para sentirnos apreciados (otros). Estamos aquí, porque no es fácil estar en otro sitio. Motivaciones que al final suben y bajan del primer al quinto escalón de la
pirámide de Maslow. Pero una cosa es que estemos aquí, y otra cosa es que no nos demos cuenta de dónde estamos. Y lo que de verdad importa no suele rondar por estos lares.
¿Qué les digo? Mis motivos los conozco. Y sé que los suyos no pueden ser los mismos. De hecho, es casi imposible, desde el momento en que yo soy semi-emprendedor -y socio-, y ellos no. Pero hay zonas comunes, seguro. El dinero lo puede todo -es sólo un problema de precio-. El buen rollito es indispensable para no ahorcarse el lunes a las siete y media, cuando suena el despertador (curioso nombre, si se aplica el sentido figurado a la condición del sueño). Empezaré contándoles mi experiencia, no porque crea que les importe, sino porque estoy convencido que ellos me ven accesible, y mi testimonio puede servir para iniciar el debate (única salida posible, por otra parte).
Mi principal baza tiene nombre propio y se llama
Innovación. Mi empresa es el despiporre de la innovación. Nuestro
leit motiv nos impide crear servicios que ya existan previamente en el mercado. Y en la innovación se halla la
potencia. Lo que puede ser, lo que será si las piezas son jugadas con acierto. Y además partimos con una marca, con buenos clientes, con buenas perspectivas internacionales. Esa es mi baza. Recordarles a todos lo que podrá ser si sudan la camiseta y arriesgan ahora. Eliminando de si camino, claro está, la percepción de riesgo. El riesgo mayor ya lo corremos nosotros. Para ellos, todo es caminar hacia adelante. Su currículum se beneficiará, incluso si finalmente fracasamos. Una empresa como la nuestra carece del tamaño para atraer a los mejores
cracks del mercado, pero ofrece el atractivo y la recompensa del crecimiento.
Mañana a las doce, desgranaré una a una las motivaciones racionales, y jugaré por debajo de la mesa con las emocionales. Si alguien tiene alguna sugerencia, no dejaré nunca de darle las gracias.
Tuitéalo |
Menéalo |
Del.icio.us |
Facebook |
Suscríbete RSS