El Sr. Arcadi -Espada-, se ha descolgado con
una reflexión sobre la muerte de los diarios, achacando el problema a las tres primeras letras del formato -léase
día, pues ingenio nunca le falta al Sr. Arcadi-:
El tiempo acabará con todos. Pero antes lo hará con los diarios. La crisis del diario está en las tres primeras letras. El día. La unidad de tiempo. Está rota. Un día da para mucho. En la microescala están la radio, los teléfonos móviles, internet, los paneles informativos en las ciudades, la televisión. Esperar al día siguiente es una absurda condición para las noticias.
Así que me decidí a contarle mis penas al Sr. Arcadi, pero me horroricé al comprobar que 458 comentarios previos al mío dejarían sepultada mi reflexión en los mares diarios.
Aún así decidí publicarlo, pero para quedarme tranquilo y rentabilizar imaginación, lo he traído también aquí, mi querido abladías:
¿Tiene realmente sentido escribir un comentario a un post de Arcadi Espada, debajo de 458 comentarios previos a éste?
Sea. Por probar. Porque éste será mi primer comentario en este ingenioso y abultado e hiperbólico blog (sí, sí, he dicho blog). Y probablemente el último: salvo que la próxima vez sólo encuentre unos diez o veinte comentarios por delante del mío, una escala razonablemente blogosférica para mi gusto.
Casi he olvidado mi contra-reflexión del susto, Sr. Arcadi. Ah, sí. Era para decirle que se equivoca usted, Sr. Arcadi, aunque casi acierta, pero de refilón. Se equivoca porque la muerte del diario (as we know it) no tiene tanto que ver con la cuestión de inmediatez que usted expone. Si por eso fuera, habría desaparecido con la radio o con la TV. No. Incluso hoy, todavía convive el formato "inmediatamente" y el formato "digest" (resumen diario o semanal) en Internet. Si por eso fuera, se podrían mantener vivos los diarios aún apareciendo sólo una vez al día. Hay sitio para todos, incluso para el Informe Semanal. Ese no es el problema.
El problema es que ocupan espacio, y huelen a árbol muerto. Y se ponen amarillos, y recuerdan a viejo. Y además no se puede recortar una columna excelente y enviársela volando a un amigo como si de un avioncito de papel se tratara. Y siempre ocupan las mismas páginas (qué sospechoso, eso). Y los artículos luchan contra los estrechos espacios alargados de palabras contadas. ¿Y si la reflexión del columnero fuera de 15 magníficas palabras? Usted, sr. Arcadi, sabe perfectamente a lo que me refiero, porque sus Diarios online le ofrecen una libertad inimaginable hace apenas diez años. Y más, más. El hipervínculo (el vulgar link) es demasiado valioso para olvidar que él será también un asesino del diario. Es que hay muchos por ahí, que todavía no se han enterado. Pero yo, que tuve mis primeros granos sin Internet, y que descubrí el olor de biblioteca sin Internet, y me sumergí en la ciencia sin remota idea de la que se avecinaba, ahora le digo que me cuesta leer una "noticia" sin poder ir más allá: el vínculo, la profundidad. A la medida de mis ganas.
Esas y algunas otras son las razones que irán con los años, arañando lectores offline.
Pero, ¿a alguien de sus nickjournals le interesa realmente la conversación que ha abierto usted, Sr. Arcadi? Tendré que publicarlo en mi blog también, porque ahora que escasea mi tiempo, no me puedo permitir tal derroche de imaginación.
Saludos, y cuídese usted.
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