Espero que las críticas al
recién estrenado programa de Antena 3, donde cinco expertos homosexuales en estilo, intentan acabar con el cutre macho hispánico, arrecien más por parte de la población homosexual, que por la de la insigne especie en extinción. Cinco minutos con calzador para poder opinar con criterio, me han herido una vez más, fortaleciendo mis convicciones sobre ese juguete sociológico que es la televisión que nos acosa.
El despliegue de clichés sobre la población homosexual y heterosexual,
los gallipavos de los protagonistas, el infumable por falsamente improvisado guión, y la terrible falta de encanto (ese estilo que abandera el programa y que no he podido encontrar en un solo segundo de los 345 que aguanté), hacen del experimento otra bazofia más, mal vestida de tolerancia y progresismo y muestra explícita de la soplamemez del programador, que ingenuamente cree que son de su condición todos los televidentes.
Discúlpenme. No volveré a hablar de esto, salvo si es para anunciar su defenestración. Me imagino asistiendo a una manifestación rosa con pancartas que griten: "Los gays no somos así". Y los heterosexuales tampoco.
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