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  • Hola, soy Fernando Polo, y este fue mi blog querido (?), que ya no actualizo periódicamente. Si quieres saber más sobre mí, ahora posiblemente te interese seguirme en LinkedIn.

    diciembre 14, 2004

    El regalo de bienvenida de Auna

    Me lo habían advertido, pero uno siempre piensa: "a mí no me tocará". Lo que no sabe uno es que no se trata de la lotería, sino del procedimiento establecido. Que toca seguro, vaya. ¡Saperlot!, que exclamaría un alemán.
    No es que yo sea pesetero, que lo soy, es que lo de mis proveedores de telecomunicaciones me sonaba ya a guasa. La sensación de ridículo que se apodera de uno cuando parece ser el único tontaína que paga más dinero por sus cositas a distancia, minaba mi humor trastocándolo de malo en peor. Mis hijas, que aún no entienden que haya que pagar para hablar por teléfono, se asustan ante las repentinas rabietas que me asaltan y se preguntan -con varios años de antelación- si su padre no será humano después de todo.
    Un día Telefónica me cortó el grifo, porque la propietaria de la línea (mi arrendadora) tenía una deuda millonaria con la otra línea de la cual ella era titular. Todo apuntaba a que sus hijos mantenían eróticas conversaciones a precio de polvo real. Con esa excusa, Auna, que ya me tenía agarrado con un razonable bono de llamadas internacionales, me quiso cobrar no recuerdo qué cantidades que no correpondían, y aunque yo les contaba lo de las charlas calientes de mi patrona, pues ellos hacían borrón y cuenta nueva cada vez que colgaban el teléfono. Creo que llegué a explicar mi situación siete veces; terminé escribiendo un guión y repitiéndolo mecánicamente a cada llamada. Nunca había comprendido del todo lo que significaba la ubicua función reset hasta aquel momento.
    Cuando se habían perdido en el recuerdo aquellas partilains, me embarqué en el navío ADSL de Terra (el más caro de España), porque me tentó la idea de encerrarme en su reluciente crucero durante dos años. Imagino que pensé en mi responsabilidad social con una empresa que se arrastraba por los bajos fondos de los parqués bursátiles. En un cambio de domicilio, Terra incumplió su contrato, y me quitó la IP fija, a lo que yo espeté chulescamente al teléfono: "os vais a enterar, tiraré de mis influencias". Mis influencias me advirtieron de la inutilidad de espetar cosas así al teléfono y me sonrieron con cariño. Desde ese momento se la juré a Terra: "ni un día más con ellos al acabar el contrato" (dicho contrato acaba el 16 de noviembre).
    Y empecé a sopesar alternativas. Cuando las había manoseado todas, Auna me llamó para saludarme, y de paso ofrecerme una megafantasticular oferta: un pack con abono telefónico, llamadas urbanas y tarifa plana ADSL 512 por menos dinero de lo que pagaba por mi ADSL de Terra. Reconozco ahora que nunca me planteé librarme de Teléfonica definitivamente. Telefónica es como aquella madre siciliana que siempre nos hubiera gustado tener. Pero la oferta me ahorraba unos 20 euros al mes, y como dice Nacho Escolar, en aquel momento parecía una buena idea. Bien, pues hace una semana, aquel momento terminó y dejó de parecer una buena idea.
    Me llamaron hace ya seis días para notificarme que la portabilidad de mi línea tendría lugar un señalado 13 de diciembre. 41 horas después sigo sin línea. Pero lo que es todavía mejor: mi ADSL no llegará hasta dentro de tres semanas. Con las fiestas de por medio imagino que acabaré la cuesta de enero sin blanca, a fuerza de conectarme a hurtadillas con una proverbial tarjeta UMTS de Vodafone que me está haciendo el quite.
    Pero yo he cambiado mucho, no se crean ustedes. Ya no les grito a los llamadoscentralistas. Esta mañana la señorita que me sonreía telefónicamente decía que la desconexión podría durar entre 6 y 8 horas, a lo que yo aduje que habían pasado alrededor de cuarenta, pero me mostré comprensivo con el margen de error. Cuando le comenté que con este regalo de bienvenida a AUNA, se debían estar haciendo de oro, la señorita fingió no comprender. "Si hombre, sí, como regalo por ser nuevo cliente, ¡dos semanas sin ADSL!" Ella procuró no reír y entonces pensé que quizá se trataba de un regalo de Navidad para clientes incautos, ya que regalar participaciones de lotería está muy visto (¡hasta Rosa las mete en sus discos!).
    Aprovechando unos cuantos Kbs de subida a eurito el mega umetesero, publico esto aquí, y me desconecto a toda prisa mientras me asalta una terrible duda: con lo vengativa que es Telefónica, ¿me dejarán alguna vez volver a ser cliente suyo?

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