Herme García, de
People Call, se pregunta en su blog sobre la necesidad (o no) de una "estructura central" como la que propone el
movimiento Fon para el wifi libre (que será presentada en el
WebDosBeta del lunes 24 de octubre). Como yo me había hecho la misma pregunta (aunque no me atreviese a formularla tan descaradamente aquí), pues me ha gustado encontrarme con algunas respuestas.
Por ejemplo, que el router que decidimos abrir debería darnos prioridad a nosotros, en lugar de a los que se conectan desde fuera. O temas de seguridad, tipo que no se conecte el primer pederasta que pase por la calle.
Yo como soy "un poco padre de dos hijas", decidí no poner coto a mi wifi (vamos que no quise gastar ni un segundo en
zarandajas wep) a sabiendas de que un día los señores de Auna se podrían quejar (que se quejen, tengo un 902 preparado especial para ellos). Y aun a sabiendas de que un día se me podría colar un indeseable y hacer una transferencia millonaria a una cuenta en Suiza (a ver si se me pega algo).
Como tampoco estoy muy puesto en estos temas inalámbricos, más allá de sonreírme cada vez que me muevo con mi portátil por mi casa, no entro a opinar sobre las muy pocas ganas que tengo de instalarme más softwares para controlar o descontrolar mis accesos wifi. Sin embargo, me surge la siguiente duda, muy sencilla de responder seguro, y que alguno de ustedes tendrá a bien replicarme:
¿Para qué quiero el wifi libre por ahí, mareando las ondas? Me explico. Yo cuando voy en bicicleta, voy en bicicleta. Y cuando voy de paseo, suelo más bien pasear. Y cuando, de repente, me entra un retortijón, y quiero rápido conectarme al Bloglines, para leer la última de, digamos, el
Sr. Martínez, pues casi mejor que en la p... calle, me metería en un cafetito a tomarme un cortado con el Estratega.
O sea, ¿que la verdadera amenaza de Fon, no es para las telcos, sino para las cafeterías, restaurantes, etc, que tenían ante sus narices, un verdadero filón en ofrecer wifi gratis (no a 4 euros la media hora como Starbús)? Pues sí. La gente en lugar de tomar el café sentadita en un castizo (o no) chiringuito, se beberá una lata de coca-cola adquirida fugazmente en un chino, compartiendo banco con las cagaditas de palomas.
Y ahora me respondo de nuevo: yo no quiero el wifi-libre para conectarme con mi portátil, lo quiero para hablar por un móvil que se conecte por wifi, o para jugar con una palm que haga ídem. Y me vuelvo a preguntar: ¿cuándo llegará ese móvil que me deje mantener la conversación, al menos tan mal como ahora me dejan las operadoras? Buff. No quiero ni pensarlo. O sea, que una vez más, la amenaza no es para las operadoras.
Así que ya lo saben. ¿Los perjudicados? Los cafés de barrio, que ni se habían dado cuenta siquiera de la oportunidad que tenían delante, y ya se la han quitado de las manos.
A propósito, ¿dónde queda el milagro WiMax en todo este sarao?
Link:
Voz sobre IP (Voz IP): ¿Fon o camisetas?
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