Creo que ha llegado el momento de parar la máquina de los churros. Ya está bien. Los bloggers pata negra, los bloggers de pro, los más antiguos del lugar querían que se hablara de ellos, que se les tuviera en consideración. Lo han conseguido. Punto y final. Hala, cada cual a su casa.
Ya está bien del post de plástico y el comentario de corta-pega. Se acabó el debate y la conversación. ¿De verdad alguien quiere más blogs? 10 millones de ello según
las tecnoratas. ¿Alguien de verdad quiere más? ¿Por qué esa obsesión? Basta ya de fomentar el debate y la conversación.
Ahora salen
hasta en la portada del Business Week. ¿A alguien de verdad le sigue poniendo el tema?
Es imposible enchufarse más blogs en el agregador. Mi alarma de saturación ha saltado en el blog 200. Ahora no puedo leer ni los veinte que de verdad me interesan. Me asustan, me dan miedo. Cuando haces pop, ya no hay stop. Y pinche aquí, y pinche allá, para terminar anegado en el mierdablog de un fanático vidente, o en el todoblog del teórico del todo-a-cien-posts.
¿No podríamos limitarnos todos al
MindBlogging?
Si no fuera porque una vez que empiezas a vomitar, se hace insoportable el anonimato de antaño, prendería fuego a mis archivos y estrangularía mis RSS hasta la muerte.
Disclaimer: estoy ensayando el
absurdblogging -o la incoherencia por la incoherencia-, para demostrarme a mí mismo la vacuidad de mis límites morales. Perdonen el desconchón.
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